Mi objetivo como docente es formar estudiantes autónomos, críticos y seguros de su propio proceso de aprendizaje. Concibo la enseñanza como un acto de acompañamiento, donde el docente no solo transmite conocimientos, sino que guía, inspira y construye puentes entre la teoría y la vida cotidiana a través de la experiencia. Creo firmemente que enseñar no es llenar vacíos, sino encender preguntas, p...
Mi objetivo como docente es formar estudiantes autónomos, críticos y seguros de su propio proceso de aprendizaje. Concibo la enseñanza como un acto de acompañamiento, donde el docente no solo transmite conocimientos, sino que guía, inspira y construye puentes entre la teoría y la vida cotidiana a través de la experiencia. Creo firmemente que enseñar no es llenar vacíos, sino encender preguntas, provocar la reflexión y motivar a cada estudiante a descubrir su propio modo de comprender el mundo.
Entiendo el aula como un espacio de encuentro, donde cada voz tiene valor y el error se asume como parte del aprendizaje, no como una falla. Me interesa fomentar una cultura del pensamiento en la que los alumnos aprendan a analizar, cuestionar y argumentar con sentido crítico, sin miedo a equivocarse. En ese proceso, el rol del docente es acompañar con empatía, generar confianza y ofrecer herramientas que fortalezcan la autonomía y la curiosidad.
Busco que mis clases sean significativas, vivenciales y humanas; que los contenidos cobren sentido a través de experiencias prácticas, debates, proyectos y retos que despierten la motivación intrínseca. La educación, para mí, tiene un poder transformador: puede convertir la duda en conocimiento y el conocimiento en acción.
Enseñar es, finalmente, un proceso de crecimiento mutuo. El estudiante aprende del maestro, pero el maestro también aprende de cada estudiante. Es transformar la curiosidad en comprensión y la comprensión en vocación; es acompañar con respeto, inspirar con pasión y sembrar en otros la confianza de que aprender es una forma de libertad.
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